Todo lo que educamos...

Todo lo que educamos y todo lo que no educamos supone un aprendizaje para nuestros alumnos o hijos. De ahí, la enorme dificultad de ser padres y docentes.
Cuando educamos conscientemente, sabemos lo que pretendemos,  y eso hace que nuestra tarea sea un poco -solo un poco- más fácil. Sin embargo, en algunas ocasiones, educamos por omisión sin ser conscientes.
Cuando no castigamos una mala acción, por ejemplo, también estamos educando. Estamos educando a que el niño no conozca los límites, a que no asuma unas normas, a que se convierta en un ser egocéntrico. Cuando no escuchamos lo que nos dicen nuestros hijos o alumnos, estamos educando a que no nos importan sus opiniones, a que no pueden contar con nosotros, a no tenernos confianza. 
Por todo eso, debemos de estar siempre pendientes de nuestro modo de actuar e interactuar, porque todo lo que decimos y lo que hacemos supone un ejemplo para nuestros menores. 


Comentarios